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lunes, 20 de noviembre de 2017

San Félix de Valois, ermitaño: himnos litúrgicos


 


La Orden de la Santísima Trinidad celebra cada 20 de noviembre la "memoria obligatoria"  de su santo cofundador, Félix de Valois, ermitaño. Estos son los himnos litúrgicos propios:


Oficio de lectura



Félix desprecia la mundana pompa
siempre aspirando a mejorar su vía;
siguiendo a Cristo por la senda estrecha,
ama el silencio.

Huésped asiduo en solitario bosque,
Juan se le asocia milagrosamente
para que esclavos de feroz cadena
sean liberados.

Félix se entrega infatigablemente
a la alta empresa que inspiró el Dios Trino,
a Él se consagra, y tricolor enseña
da a sus alumnos.

Manda a sus hijos por incultas tierras,
lejos el miedo a las moriscas armas,
lejos el miedo a las abiertas fauces
de los leones.

Padre, concede que la navecilla
donde navega nuestra fe, no ceda
a los embates de los fuertes vientos
de los tiranos.

Dios Uno y Trino, te rogamos, rompas
si una cadena nos amarra el alma.
Forma, tú, Cristo, de servidumbre libre
tu gran familia. Amén.

II

El misterio y la paz se han encarnado
con el tiempo y la selva en tu figura
y de ellos, Félix santo, la dulzura
de tu alma es su aliento delicado.

El desierto, silencio acumulado,
orquestado por las aves de voz pura,
a tus ojos, envidiosos de la altura,
los dispone hacia el éter azulado.

Pero un ciervo fugitivo te ha mostrado
cómo el Cristo amoroso de tu Cielo
muestra un Rostro con semblante dolorido

y tus flores silvestres han formado
un emblema tricolor para consuelo
del cautivo con quien Dios yace cautivo.


Laudes
 
I

San Félix, anacoreta
bruñido como la plata;
te asocias a Juan de Mata
y a su misión de profeta.
Contigo funda y completa
en aquella soledad
la Orden de la Trinidad
y Redención de Cautivos
para rescatarlos vivos
y darles la libertad.

Del silencio en la espesura
y en la soledad sonora
la vocación redentora
se hace más fuerte y más pura.
Los neveros de la altura
el valle fecundarán.
De la oración brotarán
mil caminos redentores:
que sólo liberadores
con los que ya libres van.

La misión no ha terminado:
están las cárceles llenas
de más pesadas cadenas:
las cadenas del pecado.
Cristo nos ha liberado,
porque es más fuerte su amor
que la muerte y el dolor;
y nosotros, misioneros,
heraldos y mensajeros,
los testigos del Señor.

Gloria al Padre omnipotente,
gloria al Hijo bien amado;
y al Espíritu enviado
gloria sea eternamente.
La Trinidad es la fuente
de toda la creación
y de toda redención;
el único Dios cristiano,
el Dios amigo y cercano;
Trinidad es comunión.

II

Cantemos con voz alegre
de Félix las alabanzas,
poniendo esfuerzo en poder
seguir sus nobles pisadas.

Movido de amor a Cristo,
desprecia las cosas vanas;
y dando desdén al mundo
huye a cuevas solitarias.

Doma el cuerpo con ayunos,
soporta cosas contrarias,
y entregado a la oración,
busca las cosas del alma.

Cumple de Dios los mandatos,
modelo es de almas cristianas,
reconocido maestro
que va por la senda santa.

Para librar los cautivos
que los bárbaros maltratan,
segundo padre de la Orden,
se asocia con Juan de Mata.

Bienaventurado Félix,
escucha nuestras plegarias;
mira benigno a tus hijos
y ampáralos con tus alas.

A Dios Padre, con el Hijo,
gloria, honor y alabanza,
junto al Espíritu Santo
por los siglos que no acaban. Amén.


Vísperas

I

En tus venas sangre regia
y en tu alma paz y amor,
hoy nos cantan la grandeza
de tu inmenso corazón.

Fuiste grande entre los grandes
renunciando a tu corona,
eres pequeño y gigante,
de la Orden nuestra, honra.

En las aguas de la fuente
de Ciervo fío aprendiste,
las sendas de libertad.
Y te arrastró su corriente.

Y nadando en caridad
entre oraciones y cantos
cantaste a la Trinidad,
y serviste a los hermanos.

Gloria al Padre, y al Hijo, 
y al Espíritu
por los siglos de los siglos. Amén.

II

Suplicantes cantemos la alabanza
del bueno, fiel y bienhadado siervo,
a gloria y alabanza del Dios Trino
que, a quienes Lo confiesan, les da el premio.

Del mundo desdeñó las cosas prósperas,
del mismo modo que aceptó lo adverso.
Cifró en la caridad toda riqueza,
en la gracia de Dios permaneciendo.

Despreciando del mundo las riquezas,
igual que sus peligros y sus riesgos,
se afanó por las cosas celestiales,
eludiendo lo vil perecedero.

¡Oh, varón, justo, bienaventurado!,
aplica tu interés a nuestros ruegos;
da a nuestra alma el consuelo del Bien Sumo,
y Él nos prepare de la vida el premio.

Honor, poder y gloria sean dados
al Dios Trino, por siglos sempiternos.
Que siempre esté su ayuda con nosotros,
de sus santos por medio de los ruegos. Amén.


20 de noviembre de 2017, para los trinitarios, memoria litúrgica de san Félix de Valois, cofundador. Entrada dedicada a él.

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