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miércoles, 23 de agosto de 2017

Bendición del pan y del agua en honor de san Felipe Benicio


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Texto del Ritual de la Orden: negro.
Remarcado del blog en el mismo texto: negrita.
Comentarios del blog: azul.


La Orden de los Siervos de María celebra la "fiesta" de san Felipe Benicio cada 23 de agosto. En su honor, se emplea la bendición, cuya explicación y rito, transcribo a continuación:


1. El rito de la bendición del pan y del agua en recuerdo de San Felipe, de antigua tradición en la Orden, es conveniente celebrarlo en la Hora de Vísperas o una adecuada Celebración de la Palabra. Pero, si las circunstancias lo exigen, puede celebrarse también durante la Misa, como se indica a continuación.

2. El pan y el agua pueden son bendecidos en una sola Misa, que se celebre con numerosa participación de fieles. Es decir, no en todas las Misas del día, de haber más de una.

3. Cerca del altar, (nunca sobre el Altar, que solo corresponde al Pan y al Vino para la confesión del sacramento) en un lugar visible, se colocan los cestos de pan y los recipientes con agua ofrecidos, como suelen ser costumbre, por los fieles.

4. Después del Evangelio, el sacerdote pronuncia la homilía en la que oportunamente ilustra las lecturas bíblicas de la Misa, la vida y los milagros de san Felipe, y explica, con éstas o semejantes palabras, el significado del rito de la bendición:

San Felipe Benicio, guía, defensor e insigne propagador de la Orden de los Siervos de María, se  distinguió por su amor a la Virgen, nuestra Señora, por la misericordia hacia los necesitados, la humildad y el celo apostólico. Entre los muchos milagros que san Felipe operó, merece ser recordado el que realizó en la ciudad de Arezzo, en donde, después de haber invocado a la Virgen María, piadosa Madre de sus Siervos, sació con panes, milagrosamente aparecidos, a sus hermanos reducidos a extrema indigencia a causa de las devastaciones producidas por la guerra. Conviene recordar otro milagro: durante un viaje a Alemania, encontrándose en un bosque solitario, socorrió al hermano que lo acompañaba y que se encontraba a punto de perecer de hambre y de sed, con pan y agua hallados de improviso, obtenidos sin duda gracias a sus fervientes oraciones.
A fin de que no olvidemos estos milagros y para que aumente cada día más nuestra confianza en la  Divina Providencia y en el patrocinio de la Santísima Virgen, bendecimos hoy, en esta iglesia de los  Siervos de María, el pan y el agua en honor de san Felipe, y para nuestro bien espiritual. El pan que hoy bendecimos acreciente en nosotros el deseo de aquel otro Pan que nos da cada día el Padre celestial: el pan de la Palabra divina, contenida en las Sagradas Escrituras, y el Pan del Cuerpo de Cristo, que recibimos en la comunión eucarística.
Y esta agua, que igualmente bendecimos, les recuerde aquella otra, mucho más saludable: el agua de la gracia, fuente de vida eterna.

El Ritual destaca en los parágrafos precedentes los "grados" de importancia creciente en lo que atañe al uso litúrgico del pan y del agua: los que son bendecidos y empleados como sacramental (como es el del presente rito); el "pan" de la Palabra de Dios (en el sentido metafórico de la expresión), y el Pan del Cuerpo de Cristo (en sentido literal).

Lo mismo vale para el agua, empleada como sacramental en este y otros ritos, y como materia del sacramento, en el bautismo.

5. Terminada la homilía, se procede a la bendición de los panes. El sacerdote, juntas las manos, dice:

Oremos.

Bendito seas, Señor, Creador y Padre providente de todos los hombres,  porque con el maná bajado del cielo alimentaste al pueblo de Israel, peregrinante en el desierto; y por medio de Jesucristo multiplicaste milagrosamente el pan, para saciar a las multitudes que, hambrientas de la Palabra eterna, habían olvidado el alimento temporal. Por intercesión de san Felipe, te pedimos humildemente: derrama tu bendición + sobre estos panes, a fin de que, a quienes con devoción los coman,  jamás les falte el pan de cada día y sean alimentados siempre con la Palabra divina. Por Cristo nuestro Señor.

R/. Amén.

Adviértase que el pan bendito es para ser comido.

6. Del mismo modo el celebrante bendice el agua diciendo:

Oremos.

Bendito seas, Señor, porque creaste el agua para regar los campos, revestir de verde las praderas, y aliviar a los hombres del polvo y las fatigas; y porque la has utilizado como signo y sacramento al servicio del misterio de la redención: por medio de tu siervo Moisés calmaste milagrosamente la sed de los israelitas con el agua que brotó de la roca; y de una manera aún más maravillosa apagas la sed de tu Iglesia por medio de Jesucristo, tu Hijo, con el agua viva que da la vida eterna. Dígnate, pues, bendecir + esta agua  para que cuantos, en recuerdo de san Felipe, devotamente la beban o se rocíen con ella, puedan disfrutar siempre de sus beneficios y de la abundancia de tu gracia. Por Cristo nuestro Señor.

R/.

Amén.

Adviértase que el agua es para ser bebida o para que se rocíe con ella.

7. El rito se concluye con la Oración universal.

8. Antes de despedir al pueblo con las palabras: «Pueden ir en paz, la Misa ha terminado» el sacerdote, con la ayuda del diácono o de otro ministro, según las circunstancias, distribuye a los fieles el pan y el agua benditos. Entre tanto, puede cantarse el Salmo 23 (22):

El Señor es mi pastor: nada me faltará; u otro canto apropiado.


23 de agosto de 2017, para los Servitas, fiesta de san Felipe Benicio, presbítero. Entrada dedicada a él.



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