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martes, 16 de mayo de 2017

Guion: Domingo VI de Pascua


  



Formulario de Misa: aquí.


Ciclo A

Introducción

"A la alegría de celebrar la Eucaristía en el día del Señor, se suma el júbilo espiritual del Tiempo de Pascua, que ya ha llegado al sexto domingo". (S.S. Benedicto XVI, homilía del 27/04/08).

Dos domingos faltan aún para que concluya este Tiempo de gracia que la Iglesia nos ofrece para que meditemos sobre el gran amor de Dios que ha entregado a su Hijo a la Muerte y Lo ha resucitado con la fuerza de su Espíritu para que fuéramos salvos.

En cada momento, pero sobre todo cuando estamos, como ahora, en torno al Altar, sigamos viviendo intensamente el Tiempo pascual como un único gran domingo de gozo,  alabanza y gratitud al Padre.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura: Hech. 8, 5-8. 14-17

La predicación del diácono Felipe lleva alegría a la comunidad de Samaría. Y hoy, a la nuestra, "porque donde llega el Evangelio, florece la vida; como un terreno árido que, regado por la lluvia, inmediatamente reverdece". (S.S. Benedicto XVI, Regina Caeli del 29/05/11).

Segunda lectura: I Ped. 3, 15-18 o 4, 13-16

"El apóstol Pedro, que nos ha dirigido la palabra durante gran parte del Tiempo pascual, nos enseña que el proyecto del Padre Celestial se lleva a cabo con la Muerte y la Resurrección de Jesús, y abraza a los hombres de todas las razas y de todos los tiempos", quienes están llamados a dar razón de su esperanza. (Cf. San Juan Pablo II, homilía del 09/05/99 en Bucarest, Rumanía).

Evangelio: Jn. 14, 15-21 o 17, 1-11a

“Si me amáis”.

"Jesús pronunció estas palabras durante la Última Cena, en el mismo momento en que instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Aunque estaban dirigidas a los Apóstoles, en cierto sentido se dirigen a todos… Hoy las volvemos a escuchar como una invitación a vivir cada vez con mayor coherencia nuestra vocación en la Iglesia". (S.S. Benedicto XVI, homilía del 27/04/08).

Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa en la fiesta de la Presentación del Señor, presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro el 2 de febrero de 2017, XXI Jornada de la Vida Consagrada:

Agradecidos al Señor por habernos llamado a su seguimiento para difundir entre nuestros hermanos la luz del Evangelio, dirijámosle nuestra oración confiada:

R. Señor, ten piedad.

-Da al Santo Padre sabiduría y perseverancia. R.

-Custodia a los obispos y a los sacerdotes en la verdad y en la caridad. R.

-Guía a las personas consagradas a la santidad y a la vida plena. R.

-Sostén a los cristianos perseguidos con la esperanza y la fortaleza. R.

-Suscita en los gobernantes el deseo del bien y la pasión por el hombre. R.

-Convierte los corazones de los pecadores con tu gracia y tu misericordia. R.

-Renueva en los esposos cristianos la generosidad del amor y del perdón. R.

-Haz surgir numerosas vocaciones al sacerdocio y  a la vida consagrada. R.

-Consuela a los que están solos y abandonados con tu presencia y compañía. R.

-Abre las puertas del paraíso a los moribundos y a los fieles difuntos. R.

Oración conclusiva

"La luz de tu Hijo, oh, Padre, colme nuestra vida de belleza, de alegría y de dulce esperanza; seguros de que eres fiel a toda promesa, te rogamos que renueves tu misericordia por nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:
   
"Oh, Dios, que nos has redimido por medio de Cristo, tu Hijo, entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitado a la vida inmortal, confírmanos con tu Espíritu de verdad, para que en la alegría que viene de Ti, estemos resueltamente dispuestos a responder a todo aquel que nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


Ofertorio

Con los gozos espirituales propios de los días de Pascua, se entretejen los sinsabores de nuestra hora presente. Así fue y será siempre la vida de los hombres: un ramillete de alegrías y tristezas. Depositémoslo sobre el Altar junto al pan y al vino para que, unido ellos, adquiera valor redentor.


Comunión

Antes de comulgar, meditemos el gran amor que impulsó a Jesús para dejarnos el Sacramento de su Cuerpo y su Sangre:

¡Alabado sea por siempre Jesús Sacramentado!

"¡Qué combates ha tenido que sostener contra las exigencias de su propia gloria, sacrificando su libertad, su cuerpo, su persona, y rebajándose hasta el límite de la nada, sin condiciones de tiempo ni lugar, abandonándose así al amor como al odio de sus enemigos, sin otra defensa que su propio amor!" (Cf. San Pedro Julián Eymard, Amor a la Eucaristía: Directorio para su adoración, II).


Despedida

La bendición final de la Misa siempre es un envío misionero para anunciar a todos que Cristo Resucitado vive y actúa entre nosotros hasta el final de los tiempos.


16 de mayo de 2017, martes de la semana V de Pascua.
Conmemoración de san Juan Nepomuceno, presbítero y mártir del sigilo sacramental. Entrada dedicada a él.
(Última actualización de la entrada: 14/5/23).

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