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martes, 8 de septiembre de 2015

Misas de la Virgen XL (Tiempo Ordinario XXII): "La Virgen María, Madre de la Divina Providencia"




 
Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.


El año 1744 Benedicto XIV (+ 1758) concedió a la Congregación de Clérigos Regulares de san Pablo (Barnabitas) la Misa en honor de Santa María Virgen «Madre de la Divina Providencia», venerada en Roma, en la iglesia de San Carlos, llamada vulgarmente «ai Catinari», para ser celebrada el sábado antes del tercer domingo de noviembre. Esta memoria la celebran también muchos otros Institutos religiosos. La devoción llegó a tierras centroamericanas y con el tiempo, la Virgen María bajo esta advocación se convirtió en la patrona de Puerto Rico. Actualmente su fiesta, con oficio propio aprobado por la Santa Sede, se celebra el 19 de noviembre.
Con este título se celebra la función que Dios, cuya «providencia... nunca se equivoca» (Oración colecta), encomendó a la Santísima Virgen, para que fuera:
- bondadosísima Madre (Oración sobre las ofrendas) de Cristo, ya que, en el «providencial designio» de Dios, «la bienaventurada Virgen María... engendró al Salvador del mundo» (Prefacio);
- Madre providente (Prefacio) de los hombres, «confiados a ella por Jesucristo en la Cruz» (Prefacio);
- Dispensadora de gracia (Prefacio); ella, en efecto, que en Caná de Galilea suplicó al Hijo en favor de los esposos (cf. Evangelio, Jn 2,1-11; cf. Prefacio), «ahora, entronizada como Reina a la derecha de su Hijo, / atiende a las necesidades de toda la Iglesia» (Prefacio).
La Santísima Virgen, por tanto, es llamada «Madre de la Divina Providencia» porque Dios providentísimo nos la ha dado como Madre providente, para que con su intercesión nos proveyera de los bienes celestiales. A semejanza de Dios, que no puede olvidarse de su pueblo (cf. Antífona de entrada, Is 49, 15), más aun, que lo consuela como una madre, la Santísima Virgen se compadece de nosotros (cf. Antífona de entrada), intercede por nosotros (cf. Oración colecta, Oración sobre las ofrendas, Oración después de la comunión), atiende a las necesidades de la Iglesia (cf. Prefacio), nos llena de consuelo (cf. 1ª Lectura, Is 66, 10-14).
De ahí que los fieles, ayudados por el patrocinio de una Madre tan excelsa, encuentren «la gracia» que los «auxilie oportunamente» (Oración sobre las ofrendas; cf. Hb 4, 16) y que, según el precepto del Señor, buscando ante todo el Reino de Dios y su justicia, no les «falten los auxilios de la tierra» (Oración después de la comunión, cf. Mt 6, 33).
La mayor parte de los textos de esta Misa están tomados del volumen Missae Propriae, Curia General de los Clérigos Regulares de san Pablo, Roma 1981, pp. 60-76.


Introducción

"Virgen santa de la Providencia, Madre de clemencia (...), tus hijos amados llegan confiados a buscar los bienes que les brinda con todo el cariño por tu mano el Niño que en tus brazos tienes".

Así reza un himno dedicado a la Virgen María, Madre de la Divina Providencia, en cuyo honor, para gloria de Dios, se ha compuesto esta Misa de la que estamos por participar.
El texto destaca la realidad católica de la devoción a la Virgen Santísima: es Dios mismo Quien ha querido que "por mano de María" recibamos todo los bienes que en su bondad infinita, quiere darnos.
En cada Misa recibimos de la Iglesia al mismo Cristo que con su nos dio María.

Antífona de entrada Is 49, 15

¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré.


Oración colecta

Oh, Dios, nos acogemos confiadamente a tu providencia, que nunca se equivoca, y te suplicamos, por intercesión de la Virgen María, Madre de tu Hijo, que apartes de nosotros todo mal y nos concedas aquellos beneficios que pueden ayudarnos para la vida presente y la futura. Por nuestro Señor Jesucristo.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

La mística maternidad de la ciudad santa de Jerusalén sobre el Pueblo de Dios halla su realización más concreta en la Maternidad espiritual de María, la Virgen providente.

Como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo

Lectura del Profeta Isaías 66, 10-14

Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis,
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo se alegrara vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestará a sus siervos,
y su cólera a sus enemigos.

Palabra de Dios.


Salmo responsorial Sal 130, 1. 2. 3 (R.: cf. Sal 56, 2c)

R. Mi alma confía en ti, Señor.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre. R.


Aleluya Jn 2, 1

Había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí.

Evangelio

Hasta el final de los tiempos, la Santísima Virgen María, Madre de la Providencia, seguirá repitiendo a sus hijos la tierna exhortación: "Hagan lo que Él les diga". En la obediencia a ese consejo materno se fragua la eterna salvación de los hombres.

La madre de Jesús estaba allí. Y creció la fe de sus discípulos en él

+ Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1-11.

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:
— No les queda vino.
Jesús le contestó:
— Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora. Su madre dijo a los sirvientes:
— Haced lo que él diga.
Había allí colocadas, seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: — Llenad las tinajas de agua.
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
— Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), entonces llamó al novio y le dijo:
— Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya han bebido, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.

Palabra del Señor.


Oración de los fieles

Las invocaciones marianas de las siguientes preces, salvo la primera, que toma el título de esta Misa, están tomadas de las Letanías lauretanas:

R. Escúchanos, Padre providente.

-Con María, Madre de la Divina Providencia, te pedimos por la Iglesia Católica y en particular por el Santo Padre N. R.

-Con María, Virgen clemente, te pedimos por nuestros gobernantes y por todos aquellos que en el orden público ejercen un papel representativo. R.

-Con María, Virgen poderosa, te pedimos por los que son perseguidos a causa de su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. R.

-Con María, Vaso espiritual, te pedimos por las comunidades religiosas y contemplativas. R.

-Con María, Casa de oro, te pedimos por aquellos que careceen de un hogar. R.

-Con María, Torre de David, te pedimos por los judíos, nuestros hermanos mayores, pueblo de la primera alianza. R.

-Con María, Refugio de los pecadores, te pedimos por las más necesitadas almas del Purgatorio. R.


Ofertorio

La Providencia de Dios ha hecho posible que los dones de pan y vino lleguen a nuestras manos; el Divino Poder del Señor hará que vuelvan a nosotros como Alimento sagrado, un Pan "horneado" en la plenitud de los tiempos en el seno de la humilde Hija de Sion, nuestra Reina y Señora Santa María.


Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presenta la Iglesia, para que obtengamos tu misericordia, por intercesión de la bondadosísima Madre de tu Hijo, y encontremos la gracia que nos auxilie oportunamente. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio

La Santísima Virgen, Dispensadora de la gracia y Madre providente

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque en tu providencial designio,
la bienaventurada Virgen María,
por obra del Espíritu Santo,
engendró al Salvador del mundo.

En Caná de Galilea intercedió ante su Hijo por los esposos,
para que realizara el primero de sus signos:
el agua se enrojeció, los comensales se alegraron
y los discípulos creyeron en el Maestro.

Ahora, entronizada como reina a la derecha de su Hijo,
atiende las necesidades de toda la Iglesia
y es para cada uno de nosotros,
confiados a ella por Jesucristo en la cruz,
dispensadora de gracia y madre providente.

Por eso,
con los ángeles y los santos
te cantamos, el himno de alabanza
diciendo sin cesar:

Santo, Santo, Santo...



Comunión

Inefablemente más grande que el agua convertida en vino es el milagro del pan y el vino convertidos en Cuerpo y Sangre del mismo Jesús que nos dijo: "El que come mi Cuerpo y bebe mi Sangre tiene vida eterna". Que también ahora resuene en nuestro corazón el eco de las palabras de María: "Hagan lo que Él les diga".

Antífona de comunión Cf. Sal 86 (87), 3; Lc 1, 49

¡Qué pregón tan glorioso para ti, Virgen María! El Poderoso ha hecho obras grandes por ti.


Oración después de la comunión

La siguiente oración habla de "Mesa santa", refiriéndose al Altar. Es cierto que hay millares de altares en la Tierra, pero en realidad representan uno solo como uno y único es el Sacrificio del Señor que en ellos se ofrece:

Dios misericordioso, por la eficacia del sacramento recibido en tu mesa santa, y la intercesión de María, Madre de la Providencia, haz que busquemos siempre tu reino y tu justicia, sin que nos falten los auxilios de la tierra. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Despedida

Que la Madre de la Providencia nos acompañe siempre por los caminos del Señor.


8 de septiembre de 2015, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María. 
Entrada dedicada a ella.

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