Buscar este blog

La verdadera Iglesia de Dios...

La verdadera Iglesia de Dios...

Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

estrella-de-navidad-imagen-animada-0041

martes, 27 de enero de 2015

Misas de la Virgen XXVII (Tiempo Ordinario IX): "La Virgen María, imagen y Madre de la Iglesia III""




Misal: Textos bíblicos y eucológicos (en negro); rúbricas: rojo.
Guion: marrón.
Comentario del blog: azul.

MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO



Esta Misa celebra la bondad de Dios, que amó tanto a la Iglesia que le dio a la Santísima Virgen para que la contemplara como una imagen profética de su peregrinación en la Tierra y de su gloria futura en el Cielo: «(La Iglesia) admira y enaltece en ella -enseña el Concilio Vaticano II el fruto más excelso de la Redención y contempla con gozo, como en una imagen purísima, lo que ella misma, toda entera, ansía y espera» (SC 103).
La Santísima Virgen, «espejo nítido de la actividad de Dios» (Antífona de comunión, cf. Sb 7, 26; cf. Antífona de entrada), ofrece a la Iglesia una imagen purísima de la perfecta discípula, de la virgen íntegra, de la esposa fiel, de la madre solícita, de la reina coronada de gloria. Por esto la liturgia celebra a la Santísima Virgen como:
- discípula perfecta en el seguimiento de Cristo. Por ello pedimos que la Iglesia, «fijos sus ojos en ella (María), siga fielmente a Cristo» (Oración colecta) y se vaya conformando «de día en día... / según aquella imagen de Cristo, / que ya admira y ensalza en su Madre» (Oración sobre las ofrendas);
- virgen «que resplandece por la integridad de su fe» (Prefacio), con la que sin cesar se conforma la Iglesia, ya que «también ella es virgen, que guarda íntegra y pura la fidelidad prometida al Esposo» (LO 64);
- «esposa, / unida a Cristo con el vínculo indisoluble del amor / y asociada a su pasión» (Prefacio), a quien la Iglesia, «contemplándola a la luz del Verbo hecho hombre, penetra más profundamente, llena de veneración, en el supremo misterio de la Encarnación y se va configurando más y más a su Esposo» (LO 65);
- «madre, / fecunda por la acción del Espíritu Santo / y solícita por el bien de todos los hombres» (Prefacio), de quien la Iglesia, «imitando la caridad y cumpliendo fielmente la voluntad del Padre, se convierte también ella en madre por la Palabra de Dios recibida con fe, ya que por la predicación y el bautismo engendra para la vida nueva y la inmortalidad a los hijos concebidos del Espíritu Santo y nacidos de Dios» (LO 64);
- «reina, / adornada con las joyas de las mejores virtudes, / partícipe para siempre de la gloria de su Señor» (Prefacio), en quien «la Iglesia contempla la purísima imagen de su gloria futura» (Antífona de entrada, cf. SC 103; cf. Oración sobre las ofrendas, Prefacio).


Introducción

                                        Cabeza y Cuerpo, Cristo forma un todo,
Hijo de Dios e Hijo de María:
        un Hijo en Quien se juntan muchos hijos:
en su Madre ya la Iglesia se perfila.

Una y otra son madres y son vírgenes,
una y otra conciben del Espíritu,
una y otra sin mancha ni pecado,
al Padre celestial engendran hijos.

María le da al Cuerpo la Cabeza,
la Iglesia a la Cabeza le da el Cuerpo:
una y otra son madre del Señor,
ninguna sin la otra por entero.

Gloria a la Trinidad inaccesible
que ha querido morar entre nosotros,
en María, en la Iglesia, en nuestra alma, 
para llenarnos de su eterno gozo. Amén.

(Himno de laudes y vísperas de la memoria litúrgica de María, Madre de la Iglesia, que se celebra en algunos países).


 El himno litúrgico que acabamos de escuchar, nos describe la profunda relación que existe entre María y la Iglesia de Dios. Al celebrar esta Santa Misa, agradezcamos a Dios por el don de estas dos madres, otra de las muestras del amor del Creador para con nosotros.

Antífona de entrada

¡Salve, santa María, espejo sin mancha! En ti la Iglesia contempla la purísima imagen de su gloria futura.


Oración colecta

Oh, Dios, por tu poder y tu bondad, la Virgen María, fruto excelso de la Redención, brilla como imagen purísima de la Iglesia. Concede a este pueblo tuyo que peregrina en la Tierra, que fijos sus ojos en ella, siga fielmente a Cristo hasta que llegue a aquella plenitud de gloria que ya contempla con gozo en Santa María. Por el mismo Señor nuestro Señor Jesucristo.


Liturgia de la Palabra

Primera lectura

María, glorificada en cuerpo y alma en la Jerusalén celestial, es imagen preclara de la suerte definitiva de la Iglesia.

Vi la nueva Jerusalén, arreglada como una novia que se adorna para su esposo

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía desde el trono:
— Ésta es la morada de Dios con los hombres:
acampará entre ellos.
Ellos serán su pueblo
y Dios estará con ellos.
Enjugará las lágrimas de sus ojos.
Ya no habrá muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora hago el universo nuevo.»

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)

R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.


Aleluya Cf. Lc 1, 28

Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.

Evangelio

María, como Madre de la Iglesia, por su sí a la Voluntad divina, es Llena de gracia, y medianera de todas las gracias.

Aquí está la esclava del Señor

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
— Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo Cera aquél.
El ángel le dijo:
— No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?
El ángel le contestó:
— El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó:
— Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.


Oración de los fieles

La siguiente Oratio fidelium quiere resaltar el amor incondicional que todo verdadero católico, como fiel hijo de Dios y de María, debe profesar a la única  Iglesia fundada por Jesucristo:

R. Desde el seno de la Iglesia, te suplicamos con María.

-Para que en la Iglesia, la legítima diversidad, no menoscabe sino que se ordene a la unidad indivisa, querida y garantizada por Jesús, su Fundador y Esposo. R.

-Para que los obispos, como fieles sucesores de los apóstoles, trabajen incansablemente por la unidad, combatiendo todo sectarismo y evitando que las iglesias diocesanas se replieguen sobre sí mismas y olviden que son parte de la única Iglesia de Dios, a la que hacen presente en un tiempo y espacio determinados. R.

-Para que los sacerdotes sean, a ejemplo de todos los santos, los primeros defensores de los derechos de la Iglesia, hijos amantes y agradecidos, fieles y obedientes. R.

-Para que los católicos, evitemos que la soberbia eche raíces en nuestro corazón, y abandonemos la ya tristemente difundida tendencia a ser contestatarios del Magisterio de la Iglesia, difundiendo contra él ideas que solamente reflejan nuestro falible y arbitrario modo de ver las cosas. R.

-Para que los que están enfermos, los que están lejos de su casa, los que sufren la soledad o la marginación, la miseria o cualquier tipo de violencia, encuentren en la iglesia local de donde se encuentren, una verdadera familia, hogar de gozo y esperanza, de paz y de amor. R.


Ofertorio

Junto al pan y al vino, a ejemplo de la Virgen Santa María, Madre de la Iglesia, es decir, nuestra, hagamos la ofrenda de nosotros mismos.


Oración sobre las ofrendas

Que esta ofrenda que hemos dedicado a tu nombre nos purifique, Señor, y, de día en día, vaya conformando a tu Iglesia según aquella imagen de Cristo, que ya admira y ensalza en su Madre. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio


Con fino lirismo y egregia sobriedad, el siguiente Prefacio explica en qué sentido María es Virgen, Esposa, Madre y Reina:

La Inmaculada Virgen brilla como imagen de la futura gloria de la Iglesia

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque has dado a tu Iglesia,
como imagen purísima de la entrega materna,
y de la gloria futura
a la bienaventurada Virgen María.

Ella es la virgen
Que resplandece por la integridad de su fe;

la esposa,
unida a Cristo con el vínculo indisoluble del amor
y asociada a su pasión;

la madre,
fecunda por la acción del Espíritu Santo
y solícita por el bien de todos los hombres;

y la reina,
adornada con las joyas de las mejores virtudes,
vestida de sol, coronada de estrellas,
partícipe para siempre
de la gloria de su Señor.

Por él, adoran los ángeles tu majestad,
alegres por siempre en tu presencia.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando tu alabanza:

Santo, Santo, Santo.


Comunión

Hermanos, alimentándonos del Pan Eucarístico, "horneado" en el seno amoroso de la Santísima Virgen, se refuerzan los lazos fraternos entre nosotros. Se robustece también nuestra comunión con la Iglesia que, por divina disposición, aunque de diversa manera, es tan madre nuestra como María.

Antífona de comunión Cf. Sb 7, 26

La Virgen María es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad.

O bien: Lc 1, 31

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Oración después de la comunión

Concede, Señor, a tu Iglesia que, fortalecida con este sacramento, recorra con entusiasmo los caminos del Evangelio, hasta que pueda alcanzar la feliz visión de paz, de la que ya goza para siempre la Virgen María, tu humilde sierva. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Despedida

 Hijos de Dios, y por su Voluntad, también de María y de la Iglesia, los católicos estamos llamados a trabajar por la unidad de todos los hombres. Los dones divinos que hemos recibido nos preparan para llevar a cabo ese cometido.

2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el Templo.
Jornada Mundial y Año dedicado a la Vida Consagrada.
Conmemoración de Nuestra Señora de la Candelaria. Entrada dedicada a ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario